Envenenada la flecha que se clavo en mi centro de mis pensares; cuatro lunas atrás, viajando libre sin dolor, viajando vagante por el aire sin ser esclavo del amor; viví escapando del hijo de Venus por seis lunas; hasta que el hilo del arco se estiro para herirme. Mis alas tratan en vano de sacarme del suelo pero hay un peso de amor dentro del yo; trato de ser libre pero el filo de la flecha se ha clavado y se ha sellado dentro del abismo del corazón. Noches frías en la décima luna; pensando en el suave aroma del Ángel que no se esfuma del delirio de una mente sin cordura; quien pagaría para que su aliento vuele sin cadenas, quien pagaría para volver a ser un libre vagante dentro del aire. Pero ¿Quien borrara de la mente la belleza de un Ángel? ¿Quien borrara de mis memoria su sonrisa, su aroma o tan solo los restos de labios que quedaron dentro de ...
Notas sobre pensamientos y libros