que se clavo en mi centro de mis pensares;
cuatro lunas atrás,
viajando libre sin dolor,
viajando vagante por el aire
sin ser esclavo del amor;
viví escapando del hijo de Venus por seis lunas;
hasta que el hilo del arco se estiro para herirme.
Mis alas tratan en vano
de sacarme del suelo
pero hay un peso de amor dentro del yo;
trato de ser libre pero el filo de la flecha
se ha clavado y se ha sellado
dentro del abismo del corazón.
Noches frías en la décima luna;
pensando en el suave aroma del Ángel
que no se esfuma del delirio de una mente
sin cordura;
quien pagaría para que su aliento vuele sin cadenas,
quien pagaría para volver a ser un libre vagante dentro del aire.
Pero ¿Quien borrara de la mente la belleza de un Ángel?
¿Quien borrara de mis memoria su sonrisa, su aroma
o tan solo los restos de labios que quedaron dentro de los míos?
¿Que fuego ha de apagar otro fuego?
Ojala existiera coraza
para detener esta espina envenenada;
ojala el tiempo pudiera arrancar consigo esta espina
clavada en mis sueños y horas,
pero cada vez se incrusta como espada que cobra venganza.
Que las aves me enseñen como olvidar y volar,
que inventen alguna sustancia para sofocar el dolor ;
pero por ahora ¿Que puedo hacer para que dejes de irrumpir mis pensamientos y sueños?
En vano, en vano! Son los intentos de abandonar estos pensamientos que se han vuelto eternos...
Daniel Cascante.
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