Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2025

El disfraz cómodo del relativismo moral

En apariencia, el relativismo moral es una afirmación de libertad: cada quien define lo que está bien o mal según sus convicciones, su cultura o sus emociones. Pero detrás de esa fachada de autonomía se esconde, muchas veces, una renuncia a la verdad y a la responsabilidad moral. El relativismo no surge de una búsqueda de lo bueno, sino del rechazo a ser juzgado. Como el jugador que, al no poder ganar según las reglas establecidas, decide inventar otras más convenientes, el relativista ajusta su ética a su comodidad. Esto puede parecer liberador, pero en realidad es un acto de evasión: se evita el dolor de enfrentar el mal propio, y se anula toda posibilidad de justicia objetiva. Si toda moral es subjetiva, entonces no hay fundamento sólido para condenar ninguna acción, por atroz que sea. No hay manera de afirmar que torturar a un inocente es “objetivamente” malo. En ese marco, solo queda el gusto personal, la presión social o el poder. Pero sin un bien trascendente, no puede haber ni ...

Otra diferencia entre el cristianismo y el estoicismo

Una diferencia significativa entre el estoicismo y el cristianismo radica en su tratamiento del enemigo. El estoicismo, al centrarse en la autodisciplina, la indiferencia hacia las cosas externas y el dominio de las pasiones, nos enseña a no reaccionar con ira, a conservar la calma, a mantener nuestra dignidad ante los insultos y la injusticia. Esa enseñanza es valiosa, sin duda, pero incompleta. El cristianismo va más allá. No se conforma con la indiferencia ni con la simple ausencia de venganza. Plantea un ideal radical: amar al enemigo. “Poner la otra mejilla” no significa ceder por debilidad, sino vencer al resentimiento por fortaleza interior. Es un acto deliberado de voluntad que no solo transforma al que lo practica, sino que tiene el potencial de transformar al agresor. Es una propuesta de redención a través del amor. Mientras el estoico busca no ser perturbado por el mal, el cristiano busca vencer el mal con el bien. El primero se retrae y protege su interior; el segundo se ex...

Somos inherentemente virtuosos o simplemente capaces de virtud

Si aceptamos que el ser humano fue creado por Dios y que fue dotado con la razón, la conciencia y la capacidad de amar, entonces también tenemos que aceptar que el ser humano tiene la capacidad de practicar la virtud. Pero capacidad no es lo mismo que disposición natural. Tener los recursos no significa que los utilicemos. Naturalmente estamos más inclinados hacia la satisfacción inmediata de los placeres. Es más fácil dejarse llevar por el deseo sexual que practicar la templanza. Es más fácil actuar con ira que con paciencia. El hecho de que tengamos la capacidad para resistir estas pasiones no significa que estemos inclinados a hacerlo por naturaleza. Si fuéramos inherentemente buenos —como sostenían los estoicos— no habría tanta necesidad de disciplina, entrenamiento o vigilancia moral. El simple hecho de que practicar la virtud implique lucha es evidencia de que no somos naturalmente virtuosos, sino naturalmente conflictivos: divididos entre la razón y el deseo. Esto no niega nuest...

Todo es conciencia porque todo está hecho de átomos?

Decir que todo es conciencia porque todo está hecho de átomos es una confusión entre materia y experiencia consciente. Sí, compartimos la misma base atómica que las piedras o los árboles. Pero eso no significa que ellos compartan nuestra conciencia. La conciencia no se deduce de la materia sola, sino de su organización específica, como ocurre en el cerebro humano. Nuestra capacidad de razonar, recordar, proyectar el futuro o tener sentido moral no son rasgos de los átomos, sino expresiones de una conciencia que trasciende lo puramente físico. Si no vemos estas manifestaciones en un objeto —como en un río o una montaña— no hay razón para suponer que es consciente. El panpsiquismo diluye el concepto de conciencia hasta volverlo irreconocible. Creer que todo es conciencia no es un acto de sabiduría espiritual, sino una renuncia a definir claramente lo que somos.

El vacío del relativismo moral y la necesidad de un fundamento trascendente

Muchos defensores del relativismo moral o del humanismo secular sostienen que la moral puede "evolucionar", ajustándose a las necesidades colectivas, al placer o a la felicidad. Sin embargo, esta posición incurre en una contradicción profunda: si la moralidad es relativa, no existe una dirección objetiva que permita afirmar que se progresa “para bien” o “para mal”. El cambio se vuelve arbitrario. Más aún, si el criterio moral es el placer o la felicidad, el valor intrínseco de la persona se reduce a una función emocional, despojándola de su dignidad objetiva, que puede exigir sacrificio, dolor o verdad por encima del bienestar. Por otro lado, se suele afirmar que el ser humano, como ente social, tiene responsabilidad moral incluso sin recurrir a Dios. Pero si no hay un fundamento trascendente del bien, esa responsabilidad no tiene fuerza vinculante: puedo elegir ser responsable o no, hacer daño a otros en nombre de mi libertad, sin una razón última que me obligue. La libertad...