Con tu sonrisa discreta,
mi corazón y mis ojos se turbaron;
hiciste que las flores dancen
y que la luna cante.
No quise decir nada,
no pude decir nada;
ya que mis palabras en suspiros se escuchaban.
Hiciste un remanso del tiempo;
hiciste que los luceros quemaran y vibraran.
Invadió en mí,
el deseo de encontrar reposo en el calor de tus labios,
el deseo de encontrar reposo en el calor de tus labios,
de tejer con mis brazos
un lecho embriagado de tu fragancia
y con encanto ver el reflejo del alba en tu mirada.
Pero hiere cada día el terso recuerdo de tu voz
que enfrasca las cenizas del amor,
hiera cada día la dulce memoria
que hace eco a un te amo sin adiós.
-Daniel C.
Comentarios
Publicar un comentario