Demencial locura;
asechan a mis ventanas,
mi lecho ya no es paz,
mi lecho no tiene cordura.
Los niños brincan sobre charcos de lagrimas y penas;
estamos atados al odio,
nos ahorcan las amarras de la guerra,
convertimos nuestro patio en campo de batalla.
No hay lazo que una a dos extremos,
solo contienda que nos separe.
No hay rastro de paz que gobierne en la tierra
sino solo heridas y miserias.
Daniel C.
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